Iniciaste sesión como:
filler@godaddy.com
Primer piloto con menores infractores del Centro de reclusión de menores de Valle del Lili
En el año 2015 llegó a nuestras manos una frase de Mario Mendoza que nos aceleró la intención de trabajar con los presos.
"Por el hecho de haber delinquido o cometido un error no se pierden los derechos humanos. Como sociedad estamos en el deber de aportar para que ese retorno de los infiernos sea posible. Pero si la sociedad que está libre actúa con mezquindad moral y con deseos de venganza, ¿cuál es la diferencia entonces entre los delincuentes detenidos y la sociedad civil que está afuera?
Los años en las esquinas y calles de los barrios nos había dejado la mala enseñanza que para la mayoría de habitantes, el bandido del barrio que caía preso, era quien mandaba en el barrio, a quien se le debía tener miedo y respeto por estar en la cárcel. Eso lo comprobamos en varios Talleres de Lectura realizado en Petecuy, Calimio, Floralia, Alfonso López y el Retiro. Niños de siete u ocho años amenanzando a sus vecinos con decirle a "sutanito" o "fulanito". En los barrio populares se tiene por lógica que es más importante el bandido, el pandillero, el ladrón, que el profesor, el líder o el presidente de una JAC (Junta de Acción Comunal). Se le rinde respeto a los que están en el mundo de la delincuencia y las drogas, pero a quienes construyen sociedad, ciudadanía y barrio, a esos no se les rinde respeto.
Por ello pensamos que era necesario derribar esos imaginarios con que vivían grandes y chicos. En ese momento pensamos también en variables como la frase de Mario Mendoza, como también la sociedad que está afuera, más exactamente en la población infantil.
Decidimos entonces realizar un proyecto denominado "Guardianes de la Esperanza", que comprendió la articulación con la Personería de Cali, donde se brindaron talleres de epistolografía, reconciliación, derechos humanos y paz a más de 35 niñas y niños del barrio Petecuy. Nuestro objetivo era capacitar estos chicos en el arte de escribir cartas (epistolografía) y que se cartearan con los menores detenidos en el Centro de Reclusión de Menores Valle del Lili. Las cartas se realizaron y los internos del Centro de Reclusión respondieron a las cartas recibidas con sus propias cartas que finalmente llegaron a sus destinatarios.
La misión del proyecto era darle a entender que (aunque simbólicamente), afuera hay una población infantil y juvenil que requiere de la no repetición de los actos delincuenciales, que afuera hay una sociedad que espera un joven resocializado, con la capacidad de no hacerle daño a su semejante.
Usamos cookies para analizar el tráfico del sitio web y optimizar tu experiencia en el sitio. Al aceptar nuestro uso de cookies, tus datos se agruparán con los datos de todos los demás usuarios.