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Nuestra organización ya había pasado por los libros, la lectura, las bibliotecas, la formación, la lectura en voz alta. Habíamos explorado el sentido amplio del mundo escrito y leído, pero faltaba algo más. Buscabamos hacer escritores, descubrir escritores. También, algo fundamental para una ciudad, estabamos buscando que los jóvenes escribieran su entorno, sus vidas, sus días, sus alegrías y tristezas.
Nació Barrios en voz alta, como un proyecto de formación en periodismo escrito y radial para 35 jóvenes del Distrito de Aguablanca de barrios como El Poblado, Vergel, El Retiro, Bonilla Aragón, Marroquín, Mojicá, los Lagos, Petecuy, Manuela Beltrán, etc. Zeidy Riveros nuestra coordinadora de proyectos en ese entonces mapeo el Distrito e identificó las Instituciones Educativas y en apoyo a los rectores, realizó una convocatoria en los grados décimo y once con el objetivo que llegarán a la primera jornada los jóvenes interesados en aprender a escribir, con opciones de publicar.
El primer sábado llegar 52 jóvenes de todos los barrios del Distrito. se les presentó el proyecto, las clases, los talleristas, los beneficios y así el siguiente sábado iniciaron 35 jóvenes con quienes desarrollamos el proceso formativo en crónica radial y escrita.
El proyecto contempló un ejercicio de lectura, cartografía, salidas a medios de comunicación, publicación y lanzamiento. La visita a los medios de comunicación contempló conocer las instalaciones y el trabajo de el diario El País y el Q'hubo, donde conocieron una sala de redacción, el proceso de una noticia y el ardúo trabajo de ilustrar.
La crónica radial la vivieron de primera mano con el apoyo de Alejandro Galvéz, para ese entonces director de Radio Uno, una de las emisoras más escuchadas en la ciudad. Llegó en compañía de su DJ, una cabina, una consola y muchas ganas de conocer el proceso. Para ese momento los jóvenes ya tenían confeccionadas varias crónicas, así que Alejandro Galvéz aprovechó y posibilitó el enlace con la señal en vivo y en directo para que los jóvenes le narrarán a la ciudad las historias que habían salido de los más profundo de sus anhelos.
Los talleristas de crónica escrita fueron Kevin Alexis García, director de la Revista Ciudad Vaga de Univalle y profesor de la Escuela de Comunicación Social de la misma universidad, Lucy Lorena Libreros, periodista del diario El País y Ricardo Salazar, tallerista de fotografía.
Las historias que habíamos demandado escribir estaban relacionadas con el entorno del Distrito, con sus personajes populares, con sus lugares íconicos e historias no conocidas. Pero el ejercicio fue mucho más allá y no respondió a la demanda. En vez de ello, las chicas y chicos confeccionaron historias de dolor, de pérdida, de abuso, de violencio y de horror en medio de sus barrios y sus calles. Fue una catarsis, un ritual de soltura, un homenaje a quienes solo la rabia, el renconr y la venganza les alcanzó para honrar la memoria y la vida. Accedimos a editar y finalizar las historias que ellos habían sugerido y producido.
El día de la clausura, las lágrimas, los abrazos, la emoción y el orgullo de las familias, acompañantes y amigos fue mayúsculo, ver su escrito publicado erizó la piel de todas y todos.
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